Te adivino la intención...
Levanto los brazos,
suelto armas
y evado el duelo.
El tiento de mis manos
va en busca de tu cuerpo,
irreverentes y listas
para prolongar
el absoluto participio
que termina
con el manuscrito de tus pies.
Y no es un exceso...
¡el vértigo y tu sonrisa!
Commentaires