No dejes que la desmemoria
volatilice la proclama de aquellos labios,
belleza dura,
de arma invencible.
Si de sucumbir se trata...
ten a mano todos sus pormenores.
Evita la muerte de un susurro.
Bosqueja el ánimo de sus hombros
y presencia la hecatombe
sinuosa,
cerrada,
de sus líneas,
todas.
No cometas el pecado
—colateral— de olvidarlos.
*De Artelista
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