Qué sea yo
el agente de tu caos...
Qué sea
mi desnudez de agua,
de este mar que es río,
de este silencio
—ensordecedor—
que no calla,
la que anime
a esa criatura viva de sangre
que es tu alma.
La oración preñada en mi labios
te invoca.
Voy sola
¡y sin lámpara!
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