Aunque no te conozco,
te presiento.
En medio de un éxtasis extraño,
te adivino.
Palpitan en la magia de tu acento
las alas vivas
de mis muslos peregrinos.
¿Qué quién eres?
¿importa?
Un beso gentil
aún me aletea en la frente.
¡No son como ésos
—los besos—
de un deseo cualquiera...!
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